Durante toda mi vida he sido testigo de amor y el poder de mi buen Dios, sin duda alguna Él ha estado conmigo siempre durante mis años de vida, hoy a mis 83 años quiero compartir con ustedes mis hermanos una muestra de lo mucho que Dios ha hecho en mí, uno de los mayores milagros experimentados en mi Ser.
Yo sufría desde niña de ataques de epilepsia, en esos tiempos la manera de vivir era muy humilde, mi familia era muy pobre, a veces no teníamos que comer, sumado a esto mi esposo sin trabajo y yo estaba embarazada ya casi de término. Una hermana de la Iglesia de Penco donde asistíamos, al ver nuestra situación nos ofreció su ayuda y me invito a vivir a su casa juntos a mis hijos y esposo; a través de ella y su familia Dios proveyó de alimentos, abrigo y cuidados para nosotros.
Una noche del año 1960, al salir al patio de la casa, me dio un ataque de epilepsia, debieron llevarme de urgencias al Hospital de Concepción en donde de forma apresurada, hicieron nacer a mi hijo de 8 meses de gestación ya que yo no reaccionaba; a mi hijo debieron sacarlo con force pesando un kilo 800 gramos. Yo no me di cuenta de nada, nunca desperté. El doctor le dijo a mi esposo que se fuera para la casa y que al otro día a las 12:00 horas trajera la urna.
Mi esposo esa tarde fue a la Iglesia donde nos congregábamos para pedir ayuda económica ya que se encontraba sin trabajo y debía comprar una urna para mí. El pastor Bernardo Toledo Lastra Q.E.P.D. hizo un ungimiento por fe para el hospital y luego dijo a la congregación que harían una ofrenda para ayudar al hermano.
Alrededor de las 18:00 horas de ese día, medicamente de declararon muerta y me trasladaron a la morgue del hospital. Mientras mi esposo se encontraba en el Templo, comenzaron a orar y realizaron una ofrenda para comprar la urna; estando en la Iglesia, un hombre que habitualmente pasaba por fuera del Templo a vender sus mariscos durante los servicios y se burlaba de los hermanos cuando danzaban, entró, dejó su canasta bajo la banca y se puso a orar y movido por el Espíritu Santo, pidió la palabra y dijo que había visto un Ángel que traía en sus manos con dos bandejas, una contenía una jeringa con sangre limpia y la otra con un líquido cristalino, que no compraran la urna, porque la hermana estaba viva, Dios había hecho la obra, y recalcó, mañana estará en la sala 66.
A esa hora yo clínicamente estaba muerta y aun en la morgue. Al otro día, cerca de las 8:00 de la mañana, llegó el doctor a cargo de las autopsias, la enfermera a cargo le dice “la señora, por mí, falleció primero así que por ella debe comenzar”, sin embrago los planes de Dios eran otros, Él ya había hablado por un instrumento y sin duda alguna, tomó dominio de la situación; el doctor realizó las autopsias a los otros cuerpos que habían en el lugar, dejándome a mí para el final. Cuando se acerca a mí,, me toma el pulso y escucha mi corazón y le pide a la enfermera que se comunique urgente con el Doctor de turno, ya que YO ESTABA VIVA, luego me contaría el doctor, quien pertenecía a la Iglesia Bautista, que al momento de entrar a la morgue, él sintió algo especial y al verme, supo que yo no estaba muerta que Poder de Dios había en ese lugar. En seguida al percatarse que estaba con signos vitales, me trasladaron a una habitación 66; al llegar mi esposo le contaron lo sucedido, solo restó agradecer a Dios por su misericordia y amor manifestado ese día. Luego de eso vinieron días en los que me pude recuperar y también conocer a mi hijo de quien no había sabido nada pero Dios permitió que naciera sano.
Mis hermanos Dios es el dueño de la vida, Él se la da a quien quiere y también se la quita a quien Él quiere, creo que Dios permitió que viviera esto con un propósito, para que mis hijos creyeran en Él, para ser testigo en mi familia del gran poder de Dios y hoy, para compartir este testimonio con ustedes, y decirles que Dios es un DIOS DE PODER, que ese poder no cambia ni disminuye con el tiempo al contrario está vigente, como Su Sangre Bendita, aquella que es capaz de sanar, quitar pecados, rescatar, restaurar y también levantar a los muertos, yo lo viví, a mí me pasó y sé que así como yo he sido beneficiada por sus milagros, muchos más también han sido tocados por su poder, no nos callemos, hablemos, testifiquemos del poder de Dios, en estos tiempos en que la Fe ha decaído en donde el mundo vive sin esperanzas, somos nosotros, muchos Hijos de Dios que tenemos Milagros que contar.
Testimonio de la hermana Dolores Fuentes.
Corresponsales: Yuvitza Ortiz Orellana yEster Marianne Valdebenito Rodríguez.