A lo largo de los años, la Palabra de Dios ha permanecido en el tiempo, el alma y los corazones de las personas.
A pesar de las restricciones que se han presentado en diversos países como en India, donde está prohibido compartir el Evangelio, en Rusia una ley prohíbe predicar, regalar y repartir materiales bíblicos, las Sagradas Escrituras han penetrado hasta en los gobiernos más rigurosos.
Como es el caso de China, que se ha convertido en el mayor productor de Biblias, pues se estima que este año llegarán a 150 millones de Biblias.
Los creyentes cada vez están más deseosos de tener la Santa Palabra en sus manos, creyentes que quizá solo oyeron un versículo y se han quedado con el anhelo de adquirir una Biblia pero, por la diferencia de idiomas no pueden. Por ello hay misiones cristianas que se dedican específicamente a estudiar el idioma de cada pueblo no alcanzado para llevarles una copia, aunque sea, del Nuevo Testamento.
Nos percatamos de la necesidad que hay en el pueblo de Dios pero, no nos arrodillamos a orar por ellos. Vemos que en otros países deben llevar Biblias a escondidas, vivir su fe en oculto pero, no nos arrodillamos a orar por ellos. Nos tomamos un tiempo para comentar lo mal que la pasan nuestros hermanos en Medio Oriente, África y Europa pero, no nos arrodillamos a orar por ellos.
En este mes de la Biblia tomémonos un tiempo para interceder por aquellos que son perseguidos, por los que son amenazados, torturados, separados de su familia y humillados. Intercedamos para que la Palabra de Cristo siga llegando a más hogares, más corazones. Seamos hermanos, seamos cristianos, seamos misioneros que llevan el Evangelio a través de la oración.
Fuente: Impacto Evangelístico.