Por Bethania Vejar / Profesora Educación General Básica
Muchas veces cuando se inicia un nuevo año escolar, son muchas las dudas, expectativas, temores, entre otros sentimientos que van invadiendo nuestro ser.
Por misericordia de Dios, muchos de nuestros estudiantes han sido bendecidos por él, y son destacados en diversas áreas del conocimiento (no sólo en lo académico, también en el área musical, deportiva, etc.), lo cual es una gran honra para sus familias e iglesias. Pero, en cada nuevo año, en muchos lugares se integran nuevos compañeros, los que también suelen resaltar en ciertas áreas, e incluso ser mucho mejores que nosotros mismos, y en base a esta situación, surge la siguiente interrogante: ¿Cómo actuamos nosotros con ellos?.
Hay quienes se alegran cuando se integran compañeros nuevos, y más aún cuando suelen tener las mismas habilidades y conocimientos, ya que lo aprecian como un par, pero a la vez, hay quienes no se alegran tanto (espero que no sea el caso de hermanos en la fe), porque ven a estos nuevos compañeros como “rivales” y no suelen ser muy amables con ellos.
Cuando analizamos esta situación en la vida cristiana, hay quienes se alegran cuando un alma nueva llega, crece y se va desarrollando en la vida espiritual, pero también hay quienes se alegran, siempre y cuando no sean superados. En los estudios suele ocurrir de la misma forma, la envidia es un factor del cual debemos protegernos los cristianos, ya sea en cuidarnos de no tener ese sentimiento, como también que seamos víctima del actuar de otros en base a la envidia que pudieran sentir.
Nuestro Señor Jesucristo mientras estuvo en esta tierra, enseñaba por medio de parábolas, y en una en especial muestra parte de lo que sienten muchos cuando alguien obtiene mayor beneficio que ellos. Esta parábola ubicada en el Santo Evangelio según San Mateo, capítulo 20, señala la historia donde el dueño de una viña sale temprano a buscar trabajadores, con quienes acuerda el salario de un día, y así van transcurriendo las horas y continúa contratando jornaleros para su viña con el mismo salario. Al llegar el fin de la jornada, inicia el pago con los últimos contratados, a quienes les paga lo acordado y termina pagándole a quienes entraron desde el inicio de la jornada, lo mismo que al resto. Los últimos en recibir su paga se molestan y encuentran que es injusto que quienes vienen recién llegando obtengan la misma paga que ellos, pero el dueño de la viña señala que no, que no es injusto, porque fue lo acordado.
Muchas veces cuando vemos que alguien sobresale más que nosotros, que obtiene lo mismo o más de lo que nosotros hemos recibimos, nos molesta y comienza a aflorar aquel sentimiento denominado envidia.
En el área educacional también ocurren situaciones similares, donde quienes se integran al grupo donde participamos suelen resaltar más que nosotros, en esos momentos deberíamos alegrarnos al saber que hay alguien más que tiene la misma capacidad, e incluso mucho mejor que nosotros o nuestros pares, ya que puede ayudar en el trabajo diario y ser un aporte a la comunidad.
Demostremos lo buen cristianos que somos, ayudando y tendiendo la mano cuando sea necesario. Muchas veces se nos ha dicho que “lo que sembrares, es lo que segarás”, por lo que siempre debemos actuar bien, conforme al corazón de Dios. Nadie conoce las vueltas que tiene la vida (sólo Dios), por lo que si en estos momentos eres quien no está recibiendo un buen trato, tranquilo, que el Señor tiene todo controlado, tal vez sólo desea conocer como está tu corazón, y si por alguna circunstancia, estas en la situación contraria, no olvides que todos en un momento fuimos nuevos en un curso, y no es fácil unirse a un grupo ya formado, así que se amable y paciente, así tendrás un regreso a clases bendecido.
Para Dios, honra y gloria.