Por Bethania Véjar Catalán / Profesora Educación General Básica
Cuando ya ha pasado un mes desde que se iniciaran las actividades académicas en todos sus niveles, no hay duda que todos, en mayor o menor medida se encontraron con algo nuevo, profesores con nuevos alumnos, alumnos con nuevos compañeros, nuevas materias, para algunos nuevos colegios, liceos, institutos o universidades, nuevos desafíos, y en cada una de estas situaciones, ha habido algún grado de dificultad que hubo que superar, y es aquí donde los desafíos cobraron mayor relevancia, pensando incluso en la imposibilidad de concretarlos.
En las escrituras, son muchos los momentos en que nuestro Señor con sus discípulos se vieron enfrentados a grandes desafíos. Nuestro Maestro en más de una ocasión no tuvo un día perfecto, desde nuestra mirada, siempre había más de alguna prueba que hacia dudar a sus discípulos sobre el trabajo que estaban realizando. Una de estas situaciones fue la predicación del monte, donde muchas personas siguieron a nuestro Maestro para escuchar sus enseñanzas, alejados de sus casas y sin alimento, el Maestro desafía a sus discípulos a que les den de comer a esa multitud. Como hacerlo, si hay nada más que cinco panes y dos peces. Muchos dudaron y ya se estaban, como se dice de manera coloquial: “ahogándose en un vaso de agua”, olvidando que a su lado tenían al Hijo de Dios, al Unigénito, al Mesías prometido, quien es Dios en la Tierra… Algo que a todos nosotros más de una vez nos ha ocurrido, que teniendo a un Dios tan grande con nosotros, nos olvidamos que puede dar solución a todas nuestras necesidades, como ocurrió en aquel momento, donde esos cinco panes y esos dos peces fueron multiplicados y permitió alimentar a todos los presentes, incluso más, al recoger las sobras se llenaron muchas cestas, las que permitieron seguir alimentando a los que lo necesitaron.
Así mismo nuestro Maestro quiere hacer con nosotros en nuestro diario vivir, desea siempre ayudarnos y realizar milagros en nuestra vida, en especial hoy, que el poder capacitarse es algo mucho más habitual, y en cada proceso nos encontraremos con nuevos desafíos, pero recordemos, con nosotros está el que hace nuevas todas las cosas, Jesucristo nuestro Glorioso Salvador.
Para Dios honra y gloria.