¿En algún momento has pensado que Dios no cumplirá sus promesas en ti? Quizá, hemos esperado mucho tiempo lo que nos ha prometido y aunque hemos decidido confiar y esperar, sentimos que el tiempo pasa y seguramente, nada sucederá.
Leí una frase y que me gustó mucho: “Si pides: Hágase su voluntad, prepárate para que las cosas no salgan a tu manera. Pero no te preocupes, sus caminos son mejores” y es tan cierto, porque a veces hemos querido decirle a Dios como deberían suceder las cosas, pero Él es soberano y tendrá control absoluto de todo.
En el transcurso de esperar en Dios, el enemigo también está al asecho tratando de desesperarnos, impacientar nuestra fe, distraernos del camino que el Señor desea que llevemos para recibir su bendición. En nuestros momentos de debilidad, la duda inicia a operar y si no estamos atentos a Su voz podemos tomar las tentaciones como bendiciones.
Mientras estemos en momentos de espera, siendo procesados para alcanzar madurez en el Señor, nuestros pasos deben estar llenos de: Un corazón dispuesto a hacer su voluntad, obediencia, santidad y mantener nuestra relación con Él, su palabra es clara cuando menciona las promesas que tiene para nosotros, si sabemos esperar en Dios: “Pero los que confían en el Señor renovarán sus fuerzas; volarán como las águilas: correrán y no se fatigarán, caminarán y no se cansarán”. (Isaías 40:31)
No permitamos que nuestros anhelos lleguen a un nivel de afán, sino que logremos entender que en Él todo es perfecto y su amor por nosotros es más que eterno ¡Él tiene el control!, no permitamos que nuestras promesas se conviertan en sentimientos que nos alejen de sus tiempos y voluntad, que nuestra vista no imagine espejismos que lleguen a mostrarnos lo no es en realidad. La bendición del Señor es la que enriquece, y Él no añade tristeza con ella (Proverbios 10:22).
¿Cómo saber si es bendición o tentación? La tentación: Nos dejará sedientos, sin fuerzas, nos alejará de la presencia de nuestro Señor llevándonos a hacer todo lo contrario a lo que dejó establecido en su palabra, aunque lo que llegue parezca atractivo habrá algo que no nos dará paz, nos hará pensar que todos están equivocados y que no entienden lo que sentimos (Un consejo del Señor siempre viene acompañado de su palabra y no de lo que la mente humana cree), en cambio, las Bendiciones: No se obtienen en medio de nuestros desiertos, sino que cuando hemos salido y aprendido de Dios, no generan sufrimiento, sentimos su aprobación, nos hace seguir caminando bajo lo que ha desatado en sus planes de amor. No actuemos ni decidamos por nosotros mismos, sino que nuestras decisiones sean tomadas por Espíritu Santo.
¡No Olvidemos! Las bendiciones del Padre no duelen, no hieren, no traen soledad ni lágrimas de dolor.
“Dichoso el que resiste la tentación porque, al salir aprobado, recibirá la corona de la vida que Dios ha prometido a quienes lo aman”. (Santiago 1:12)
por Maritza Santis / Evangelio Creativo