Ser parte de una gran familia

No hay nada mejor que llegar a tu  casa y con toda confianza compartir con tu familia junta, conversar, bromear, dar y recibir amor entre todos. Ser bien recibido nos llena de alegría porque son los seres que amamos los que nos esperan en casa.

Sin embargo no fue esto lo que recibió Jesús cuando vino al mundo, desde su nacimiento ya era buscado para matarlo. Durante su vida en la tierra siempre fue señalando como falso profeta, muchos le seguían solo por interés, otros le negaban… El vino a la tierra por amor a la humanidad, se despojó de toda su gloria para morir por ti y por mí; pero nosotros lo desechamos, lo afligimos, nuestra ignorancia lastima su corazón, la frialdad del mundo entristece al Padre, las personas hoy son tan insensibles a Dios que no le permiten entrar a casa.

Juan 1:11-12. “A lo suyo vino, y los suyos no le recibieron. Mas a todos los que le recibieron, a los que creen en su nombre, les dio potestad de ser hechos hijos de Dios”

Cuando somos adoptados y pasamos a ser parte de su familia, “El Espíritu Santo testifica que somos hijos de Dios” (Romanos 8:16).

Jesús nos da la bienvenida a su familia, y Él no excluye a nadie.

Fuente: bibliatodo.com

 

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