El enojo, la ira o la furia son de las emociones más comunes y destructivas. Cuando dejamos que el enojo tome el control de nuestras vidas, le estamos dando lugar a satanás para que nos domine.
No descontrolarse es la clave para no pecar
Acostumbramos a describir a las personas iracundas como de carácter fuerte, pero esto no es así, realmente son ellas las que tienen un carácter débil al no poder someter el enojo a la paz que Dios no da, al perdón a la bondad y la paciencia.
Si nos fijamos bien, el problema no está en enojarnos, puesto que es una emoción normal y hay situaciones que no nos llevan a airarnos, lo importante es recordar que no debemos ir más allá; al punto de insultar y decir palabras hirientes y destructivas al prójimo.
Podemos hablar o reprender a alguien por su mala acción, pero no hay necesidad de humillarlo, ni destruirlo con nuestras palabras. Debemos tocar el punto en conflicto y evitar la violencia, para no producir problemas mayores. No descontrolarse es la clave para no pecar. Es necesario tener un momento de apaciguar la emoción, pedir ayuda a Dios y pensar claramente. Dejemos las cosas injustas en manos del Señor, y no tomemos venganza con ira ni mano propia.
Permitir que el enojo nos controle y nos lleve a pecar, es un acto de inmadurez espiritual. Hoy el Señor te bendecirá con dominio propio para que puedas mantener la calma en momentos de tensión.
No permitan que el sol se oculte mientras siguen enojados, porque el enojo da lugar al diablo”. Más adelante en Efesios 4:31 dice “Líbrense de toda amargura, furia, enojo, palabras ásperas, calumnias y toda clase de mala conducta”.
Si tienes problemas en esta área de tu vida, aquí tienes unos versículos que te pueden ayudar: Efesios 4:26-27, Proverbios 14:29, Proverbios 29:11, Santiago 1:19-20, Salmos 37:8, Proverbios 16:32.
Renunciemos a la ira, el descontrol, la furia y la violencia física y verbal.
Fuente: bibliatodo.com