Proverbios 18:24 El hombre que tiene amigos ha de mostrarse amigo; Y amigo hay más unido que un hermano.
La autosuficiencia es un término muy apreciado en nuestra cultura, pero según las Escrituras no merece mucho la pena anhelar ser esta clase de personas que no parecen necesitar de una mano amiga. En ninguna parte de la Biblia se encuentra la frase equivocada “Dios ayuda a aquellos que se ayudan a sí mismos.” El hecho de que el Señor formó la iglesia como una comunidad de creyentes nos dice que NO creó personas auto-suficientes ni para que esté aislado.
Cuando ponemos la fe en Cristo Jesús, el Espíritu Santo mora dentro de nosotros para que podamos tener una relación plena con el Señor, y una amistad satisfactoria unos con otros.
En el diseño de Dios, una amistad cercana y comprometida bíblicamente entre los creyentes produce que ambos crezcan en el Señor y sean ayuda uno del otro en armonía y paz. Una y otra vez en las escrituras, encontramos evidencia de seguidores de Dios, que confiaron en un amigo o confidente para apoyo.
Un hermoso ejemplo de amistad extraordinaria y única es la de David y Jonatán el pacto de amistad entre ambos era agradable ante los ojos del Padre. Una amistad verdadera, dispuesta a todo.
Y Jonatán dijo a David: Vete en paz, porque ambos hemos jurado por el nombre de Jehová, diciendo: Jehová esté entre tú y yo, entre tu descendencia y mi descendencia, para siempre. Y él se levantó y se fue; y Jonatán entró en la ciudad. (1 Samuel 20:42)
Reconocer que necesitamos de un amigo es de valientes, entender que los amigos son una maravillosa compañía que está allí para apoyarnos y aconsejarnos es motivo de agradecimiento a Dios. Hablo de un verdadero amigo; aquel que te apoya pero sin vacilar te dice cuando estás en un error, el que te consuela en tiempo de prueba pero en tus alegrías también se goza. Un amigo libre de envidia y de egoísmo, aquel amigo que te exhorta por la palabra y también te muestra las maravillosas promesas de Dios para ti… Esos son los verdaderos amigos.
Dios Padre él quiere ser nuestro amigo, que mayor privilegio que el mismo Creador del universo anhele nuestra amistad. Sin embargo en esta cultura moderna, cuanto más lejos estamos de Dios más auto-suficiente nos sentimos. Somos reacios a dar a los demás, y a la vez somos reacios a recibir de los demás. La palabra del Señor nos manda a amarnos unos a otros como hermanos; basta de rivalidades dentro de la misma iglesia, conozcámonos, compartamos y disfrutemos de las virtudes de quienes nos rodean y vivamos en la perfecta unidad en el amor de Cristo. En otras palabras, estamos para ofrecernos a los demás y recibir a cambio de ellos.
Un mandamiento nuevo os doy: Que os améis unos a otros; como yo os he amado, que también os améis unos a otros. Juan 13:34
Fuente:bibliatodo.com