¡Cuán dulce es vivir y gozar de los brazos de nuestro Salvador! Ser objeto de su tierno amor, nos insta a querer morar en Él. Con Jesús no hay temores ni desconfianzas, porque en Él estamos seguros del vil tentador.
Por todo lo señalado, y muchísimo más, damos gracias a Dios porque su mano protectora ha estado siempre sobre los Ungidos que dirigen la Iglesia del Señor y gracias a Él estamos resguardados de penas, dudas, cuidados y temor.
Tenemos plena fe que el Eterno Redentor seguirá dirigiendo los destinos de nuestra amada Iglesia Metodista Pentecostal de Chile, bajo un genuino espíritu de unidad, de paz y dulce comunión.
Comunicaciones IMPCH