Hay momentos en la vida en los que se vuelve difícil encomendar nuestro camino al Señor, las dificultades parecieran gobernar todo a nuestro alrededor y el desánimo llega como invitado principal.
El propio rey David expreso en medio de la angustia: “¡Quién me diese alas como de paloma! Volaría yo, y descansaría…” Nuestra humanidad nos invita a evitar las crisis, pero Dios en su sabiduría perfecta nos insta a enfrentarlas, para que así, derribemos esos gigantes que quieren vencernos y confiemos que el Señor está de nuestra parte. Dios mejor que nadie sabe que este problema es parte de un plan perfecto, nada es casualidad para él. Deposite su confianza en Dios, ya no luche con sus propias fuerzas, mejor con toda su fe busque refugio en los brazos del maestro y DESDE AHORA MISMO comprobará las misericordias de su amor.
Salmos 3:3-4 Mas tú, Jehová, eres escudo alrededor de mí; Mi gloria, y el que levanta mi cabeza. Con mi voz clamé a Jehová, Y él me respondió desde su monte santo.
Hno. Jairo Valenzuela