La historia de la brasileña Socorro Oliveira es un ejemplo de amor a las almas perdidas. Según el portal Guíame, ella perdió la visión hace cinco años, después de ser víctima de un glaucoma, enfermedad que, en algunos casos provoca ceguera, pero, aun así, continúa compartiendo el mensaje de Dios con los más necesitados.
La ceguera no ha sido la única prueba que ha tenido que enfrentar. Hace 27 años, solo un año después de su conversión, le diagnosticaron cáncer. Mientras estaba internada luchando contra aquella enfermedad, oyó a una enfermera cantar un himno cristiano. Eso marcó su vida y decidió seguir confiando en Dios y dedicar su vida al evangelismo.
“Señor, por favor, sáname”, oró Socorro a Dios y Él honró su fe, sanándola del cáncer. Desde ese momento, aprendió a confiar más en Jesucristo. Cada prueba que venía a su vida, la entregaba a Dios en oración, y Él siempre le ha respondido a tiempo. Por eso ella no deja de predicar de las grandes cosas que el Señor ha hecho en su vida.
Pese a que ha quedado ciega, su fe no se ha debilitado ni su amor por Dios ha disminuido. Ella entiende que todo lo que ocurre tiene un propósito del Creador. Socorro no se ha dejado abatir. Por el contrario, ha aceptado la voluntad del Señor y continúa esforzándose en predicar el evangelio, a pesar de sus limitaciones.
Como no puede leer, Socorro estudia la biblia a través de audios, con la ayuda de su esposo. Les predica a sus vecinos y, según ella, más de 30 de ellos ya han entregado su vida a Cristo. Con 52 años de edad, se dedica con gran pasión al evangelismo, sin descuidarse de sus labores domésticas como madre y ayuda idónea de su esposo.
Fuente: Impacto Evangelistico
