El día 10 de diciembre de 1921 en la localidad de Río Bueno, perteneciente a la región de los Ríos, nace la niña Juanita Olivares Barrientos. Su padre fue el Sr. Francisco Olivares Vera y su madre la Sra. Juana Polonia Barrientos. Su niñez la vivió en el sur de nuestro país y a la edad de 9 años conoce a un joven con el cual tuvo la oportunidad de compartir momentos de colegio, tanto en el trayecto de ida como de vuelta a éste. Ese joven fue el pequeño Armando Azócar Azócar, quien en ese tiempo tenía 12 años. Durante algunos años los niños dejaron de tener contacto.
Pero en el año 1936 la señorita Juanita se reencuentra con su viejo amigo Armando, en la localidad de Río Bueno, no reconociéndola él de forma inmediata ya que la pequeña se había convertido en toda una señorita.
Durante ese encuentro comienza a florecer un amor entre esta señorita y el joven, comprometiéndose en matrimonio, el cual se concretó el día 3 de Junio del año 1937 en Lago Ranco, conformándose de esta manera la familia Azócar Olivares. Nace así un amor que perduraría por más de 70 años.
La familia comienza a crecer, nacen los primeros hijos Raquel, Juan y María Eliana.
Transcurría el año 1946 cuando la familia Azócar Olivares decide emprender viaje rumbo a la capital de nuestro país, en busca de nuevas oportunidades y con muchas expectativas frente a esta nueva vida, fuera del sur de Chile. Es aquí donde nacen sus siguientes hijos: Víctor, Miriam, Jaime, Mercy, Marisa y Norma. En este lugar el Sr. Armando encuentra trabajo en una firma relacionada con la madera, permaneciendo ahí por 17 años.
En el año 1952 ocurre un suceso que cambiaría el rumbo de sus vidas por completo, nunca pensaron que Dios llegaría a sus vidas en la ciudad de Santiago. En la antigua iglesia de Jotabeche 40 fue donde Dios toca el corazón del matrimonio Azócar Olivares, y desde ese momento su vida la entregan en manos de Dios. 4 años sirvieron a Dios en ese lugar, teniendo como máxima autoridad a quien fuese nuestro Obispo Manuel Umaña Salinas.
Acontecía el año 1956 y por mandato del Espíritu Santo y confirmación de nuestro Obispo, la familia Azócar Olivares es trasladada a la antigua iglesia de Barrancas, hoy Pudahuel. Muchos años sirven a Dios, siendo la hermana Juanita Olivares una fiel compañera espiritual, estando siempre al lado de su esposo a quien Dios honraba grandemente en los distintos cargos de la Iglesia y a quien Dios usaba también con el don de sanidad.
En el año 1969, luego de haber servido por años a Dios en primera instancia en la iglesia de Jotabeche 40 para luego formar parte de la Iglesia de Barrancas, un nuevo cambio, pero esta vez espiritual, es el que acontece en la vida de esta familia. Dios confirma el ministerio pastoral del matrimonio Azócar Olivares, siendo ungido como Pastor Probando el hermano Armando en la Conferencia de Barrancas y enviado a trabajar a la ciudad de Rancagua.
Sin duda la tarea no fue fácil, se dio inicio a un arduo trabajo de la familia, estando dispuestos todos a trabajar para la obra de Dios en compañía de una pequeña cantidad de hermanos en la antigua iglesia de Rancagua, ubicada en la calle Maruri 873.
La oración de una mujer entregada en las manos de Dios, la Pastora Juanita Olivares, comienza a ver su fruto, los hermanos se multiplican, pudiendo conformarse un Coro de Alabanzas para el Señor, cuerpos de Dorcas, Niños, Voluntarios, Jóvenes y así Dios confirma cada día más su obra.
No obstante a la gran bendición que estaba viviendo la Iglesia, a los pocos meses de la llegada de la familia Azócar Olivares a Rancagua, son probados produciéndose un fuerte cáncer al estómago del Pastor Armando. La iglesia se pone en oración, la Pastora Juanita acompaña en todo momento a quien fuese su compañero de vida y con el clamor de su pueblo y la constante fe, Dios obra en misericordia y sana a su hijo, quien da testimonio de que fue operado por la mano del Señor, concretándose de forma definitiva su sanidad.
Durante muchos años sirven a Dios en la localidad de Maruri, pero con el ferviente clamor a Dios para que les otorgara una propiedad donde construir un templo más amplio para que más almas pudiesen llegar a su evangelio.
Es así como el año 1972 se adquiere el nuevo terreno, construyéndose una iglesia de madera donde la familia continúa alabando a Dios y nuestra Pastorita trabaja arduamente junto a las hermanas Dorcas para poder reunir los medios y así tener un templo sólido y amplio para la alabanza a Dios y para la predicación de su palabra.
Así también se cumplen 50 años desde que Dios une al matrimonio Azócar Olivares y es celebrado con gran alegría en el antiguo templo de madera, en compañía de toda la hermandad que pudo sentirse parte de esta hermosa celebración y quienes fueron testigo de tan grande amor.
Nuestra Pastora, quien por más de 42 años fue un pilar fundamental de la Iglesia, destacó siempre por su bajo perfil, por el hermoso Don de oración que Dios le otorgó y las experiencias que transmitió miércoles a miércoles a sus queridas hermanas Dorcas, enseñando a través de su ejemplo, mostrando su abnegación por los caminos del Señor, su amor por su Iglesia y la preocupación por cada una de las ovejas que Dios le entregó a su difunto esposo y amado Pastor Armando Azócar Azócar.
Siempre vimos reflejado como un ejemplo el amor que sentía este hermoso matrimonio, la delicadeza con que nuestro Pastor Armando hablaba a su “Juanita”, el amor que le profesaba con cada mirada y las múltiples atenciones que nuestra Pastora Juanita le dedicaba a su marido caracterizadas por el cuidado de su persona, la preocupación por siempre tener el mejor cubierto, la mejor vajilla, la más linda de las sonrisas y todo lo que su esposo pudiera necesitar, nuestra Pastora Juanita tenía todo en perfectas condiciones para poder atender y regalonear a su Pastorcito. Cómo olvidar los hermosos rosales que nuestro Pastor Armando tenía en su jardín, que entregaban las rosas más hermosas, criadas con el amor apasionado que sentía, y que, a sus noventa años, aun cortaba para su amada esposa.
Fueron 70 años de amor, cuidados, atenciones y por sobretodo, dedicación por la obra del Señor, los que convirtieron a este matrimonio en uno de los íconos de nuestra iglesia.
El 27 de mayo del año 2015 Dios llama a su presencia a esta gran sierva de Dios, dejando un legado para la congregación de Rancagua, que nunca olvidaremos.
Hoy, en nuestra sección “Pastores que dejaron huellas”, recordamos con mucho cariño a quien fue nuestra pastora Juanita Olivares Barrientos, teniendo la certeza que un día no muy lejano nos reencontraremos en el reino de los cielos.