Por Área Temas Bíblicos
Significado y origen de su nombre: José es forma imperativa del verbo “yasaf” que quiere decir “añadir”; el nombre “Yosef” significa “que él (Dios) añada (hijos), refiriéndose a Raquel (madre de José), quien no podía tener hijos por su esterilidad. El nombre es masculino de origen hebreo.
Procedencia y Origen familiar: José fue el undécimo hijo, de los doce que tuvo Jacob y el primero de Raquel. José fue a su vez ancestro (padre) de Efraín y Manasés, quienes conformaron las doce tribus de Israel. José tuvo 10 medios hermanos y un hermano, el cual fue Benjamín.
Vida y Obra: Desde el capítulo 30 al 50 del Libro de Génesis, comienza la emocionante y admirable historia de José, el hijo favorito de Jacob, porque lo amaba más que sus otros hijos.
El amor que Jacob le tenía a José por ser su preferido, produjo la envidia de sus hermanos. José en sus primeros años de vida, tuvo sueños en los que aparecía alzado por encima de sus hermanos y otras predicciones del futuro. Jacob quería que fuese su sucesor, por le elaboró una túnica de colores para distinguirlo, hecho que enfureció aún más a sus hermanos, quienes buscaron entonces una ocasión para vengarse.
Un día sus hermanos llevaron a sus animales a pastar en un lugar lejano a sus tiendas. Pasaba el tiempo y ellos no regresaban, Jacob envió a José a buscarlos y a verificar si se encontraban bien. Sus hermanos, al ver desde lejos que venía José, planearon matarlo. Rubén, el mayor, intentó convencerlos de que no era buena idea. Pero cuando José llegó lo arrojaron a un pozo de agua vacío y lo tuvieron atrapado hasta decidir qué hacer con él. Al día siguiente, pasó por ese lugar una caravana de mercaderes que se dirigían a Egipto y los hermanos de José lo vendieron como esclavo. De regreso con Jacob, mintieron al patriarca diciendo que sólo habían encontrado la túnica de José, la cual habían embebido en sangre de cordero para hacerle creer a Jacob que había sido atacado por un lobo, bestia que supuestamente lo había matado. Jacob lloró la muerte de su querido hijo desconsoladamente. Así fue como José partió de Canaán para llegar luego a Egipto.
Dios le había entregado a José una particular pero necesaria virtud, el de interpretar los sueños; cuando José estuvo en la cárcel interpretó el sueño del copero y panadero; Posteriormente el Faraón, lo manda llamar, para que le interpretara sus sueños. José le predice diciendo que vendrían 7 años de abundancia y 7 años de escasez.
Luego que José interpretara el sueño del Faraón, éste le dijo: “Tú serás quien gobierne mi casa, y todo mi pueblo te obedecerá; sólo por el trono seré mayor que tú”. Dicho esto, el Faraón se quitó su anillo y se lo puso a José, mandó que lo vistieran con ropas blancas de lino, puso en su cuello un collar de oro.
Finalmente, el Faraón le entregó por esposa a Asenat, hija de Potifera, sacerdote de On. Pasó el tiempo, y antes de que llegasen los años de escasez José tuvo dos hijos varones con su esposa Asenat. Llamó al mayor Manasés y al menor Efraín.
Al acabar los siete años de abundancia en Egipto, llegó el hambre, y el pueblo clamaba al faraón, quien les decía, que fueran a José e hiciesen lo que él dijera. Mucha gente fue a comprarle trigo a José, no sólo de Egipto, sino también de otras tierras.
El hambre también golpeó las tierras de Canaán, y en especial Beerseba, donde vivía Jacob con su gente. Enterados de que en Egipto había trigo, envió a sus diez hijos mayores a Egipto dejando a Benjamín, el menor de todos, a su lado. Los diez hermanos llegaron hasta la corte del faraón para pedir ayuda, y se presentaron ante José, al que no reconocieron porque estaba muy cambiado. Pero José sí los reconoció a ellos, pero disimuló y les preguntó a través de un intérprete de dónde venían. Sus hermanos le contestaron que venían de Canaán para comprar alimentos, pero él los acusó de ser ladrones y espías. Ellos, consternados, le contestaron que todos eran hermanos, hijos de Jacob. José les replicó “¿Cómo puede ser un hombre tan rico en hijos?”, y ellos explicaron que en realidad eran once hermanos, pero que el menor de todos se había quedado con su padre. José mandó encerrar a sus hermanos en la cárcel durante tres días, y durante este período ellos reflexionaron sobre todo el mal que le habían hecho a José.
Al cabo de los tres días, José los liberó y declaró que llevarían trigo a Canaán, pero, para demostrar la veracidad de sus palabras, deberían volver y traer consigo al hijo menor, Benjamín. Mientras tanto, tomó a Simeón como rehén y lo encerró.
Cuando regresaron a Canaán, le contaron todo lo sucedido a su padre, y Jacob se entristeció por Simeón, pero les contestó que no iban a volver a Egipto con Benjamín porque ya había perdido a José y no soportaría perder también a Benjamín, el único hijo que le quedaba. Pero la sequía y escasez continuaron y, tras mucho insistir, Rubén y Judá consiguieron que Jacob cediera, y entonces volvieron a Egipto con Benjamín.
Al volver a Egipto, los hijos de Jacob fueron recibidos por el mayordomo de José, quien les dijo que no debían preocuparse por el dinero y además los reunió con Simeón. Todos fueron invitados a la casa de José, a quien le dieron regalos de parte de su padre. José se alegró especialmente de ver a Benjamín después de tanto tiempo. José invitó a sus hermanos a un banquete, y ellos aún no reconocían a José, su hermano.
Cuando los esclavos estaban llenando de trigo las alforjas de los hermanos, José decidió ponerlos a prueba e introdujo su copa de plata en las alforjas de Benjamín. Cuando los hermanos ya se marchaban de la ciudad, fueron alcanzados por los soldados, que los acusaron del robo de la copa. Estos negaron el hecho, pero los soldados revisaron las alforjas y, para sorpresa de los hijos de Jacob, la copa apareció en la de Benjamín. Entonces los soldados anunciaron que los demás podían seguir su camino, pero que el ladrón debía quedarse. Ninguno de sus hermanos quiso aceptar esto, y todos volvieron con José, quien les recriminó que defendiesen a un ladrón y los instó a volver a su tierra. Sin embargo, sus hermanos replicaron que preferían morir que ver sufrir nuevamente a su padre, quien ya sufrió el dolor de la pérdida de un hijo predilecto y no podría volver a soportarlo.
Entonces, José expulsó a los soldados y a los esclavos y rompió a llorar a gritos, con tanta fuerza, que sus llantos se oyeron hasta en el palacio del Faraón. Al ver que habían cambiado y que estaban dispuestos a dar la vida por su hermano menor, José por fin se dio a conocer a sus hermanos. Estos enmudecieron de asombro y de miedo al pensar que, probablemente, querría vengarse de ellos, pero José los calmó, diciendo “No os preocupéis, que todo fue obra de Dios, era necesario que yo viniese a Egipto para que nuestro pueblo, Israel, sobreviviera en este tiempo de escasez y hambruna”.
Al enterarse el Faraón de lo sucedido, mandó a decir a José que invitase a Egipto a Jacob y a su pueblo, pues deseaba regalarles tierras de cultivo en agradecimiento, por cuanto José había hecho mucho por los egipcios. Los hermanos de José volvieron a Canaán, cargados de regalos de Egipto, y le contaron todo a Jacob; éste, lleno de alegría, partió con toda su familia rumbo a Egipto. Al encontrarse padre e hijo, Jacob exclamó “¡Agradezco infinitamente a Dios porque me ha dado por segunda vez a mi hijo querido, Él obra de manera misteriosa!”. José le pidió que se quedara a vivir sus últimos años con él y también que se quedase todo su pueblo. Él aceptó, con la condición de que sus restos mortales fuesen llevados nuevamente, cuando el pueblo regresase a “Canaán, La tierra prometida”.
Jacob y su familia vivieron entonces en la tierra de Gosén, un lugar destinado al pastoreo del ganado en el Alto Egipto.
José falleció cuando tenía ciento diez años de edad. Muchos años después, cuando guiados por Moisés, los hebreos dejaron Egipto y llevaron consigo los restos de José.
La vida de José nos enseña que pese a todos las heridas del alma y adversidades de la vida, se puede hallar el perdón. Dios fue fiel con José porque no se debilitó en su integridad, y aun cuando tenía razón en vengarse de sus hermanos, su visión fue mucho más amplia y espiritual, comprendió que Dios permitió este proceso en su vida, para bendecir a la nación de Israel.