Personajes Biblicos | Rut

Rut (en hebreo, רות‎) es un nombre propio femenino en su variante en español. Su significado es “La compañera fiel”. Una variante de este nombre es Ruth y tiene el mismo origen etimológico. Rut o Ruth es el nombre de un personaje bíblico del Antiguo Testamento.

En la Edad Media se vio a Rut como prefiguración de la Iglesia y a Booz como prefiguración de Cristo, y la unión de ambos como prefiguración de la unión entre Cristo y la Iglesia.

Vida y obra de Rut: En su propia tierra Rut se había casado con Mahlón, hijo mayor de Elimelec y Noemí, israelitas de Belén en Judá que emigraron a Moab para escapar al hambre que azotaba a su tierra. Noemí enviudó, y luego sus dos hijos murieron sin dejar herederos.

Al cabo de unos diez años Noemí se había quedado sola pues su marido se murió y también sus dos hijos. Entonces le llegaron noticias de que el Señor se había apiadado de su pueblo y se había acabado el hambre en Belén, de modo que se dispuso a volver a su tierra acompañada de sus dos nueras, las esposas de sus hijos. Pero antes de partir les dijo: “Marchaos, regresad cada una a casa de vuestras madres y que el Señor tenga con vosotras la misericordia que habéis tenido conmigo y con mis difuntos. Quisiera que el Señor os concediera encontrar descanso en casa de un nuevo esposo”. A continuación las besó. Ellas comenzaron a llorar y le decían: “De ninguna manera, regresaremos contigo a tu pueblo” Pero Noemí les insistía con gran fuerza y les decía: “Marchaos, hijas mías, yo no tengo más hijos y no puedo daros otro esposo”. De nuevo todas lloraron y después Orpá besó a su suegra y, apenada, se marchó. Rut se quedó con ella. Noemí le insistió nuevamente: “Mira que tu cuñada regresa a su pueblo y a sus dioses, ¡vete con ella!” Pero Rut le respondió: “No me obligues a alejarme de ti, pues adonde vayas iré yo, y donde pases las noches las pasaré yo, tu pueblo será mi pueblo y tu Dios será mi Dios; donde mueras moriré y allí mismo recibiré sepultura. Que el Señor quiera que sea así y que solo la muerte nos pueda separar”.

imagesAl ver Noemí la firmeza de Rut, dejó de insistirle y la abrazó agradecida. Entonces las dos se pusieron en camino de regreso a Belén. Cuando llegaron, las amigas de Noemí se mostraron muy contentas pero ella decía: “No me llaméis Noemí, que significa mi agrado, llamadme más bien Mará, que significa amargura, pues satisfecha me fui y el Señor me ha hecho regresar de vacío.

Llegaron a Belén al comienzo de la siega de la cebada. Un hombre fuerte y poderoso, llamado Booz que era pariente del difunto marido de Noemí, había comenzado a segar sus campos. Dijo Rut a Noemí: “¿Me das permiso para ir al campo a espigar tras aquel que me mire con benevolencia?” Ella respondió: “Vete, hija mía.”

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Fue, pues, a un campo y se puso a espigar detrás de los segadores. Pero he aquí que la suerte la condujo casualmente a la parcela del campo de Booz. Y sucedió que Booz vino desde Belén y dijo a los segadores: “El Señor esté con vosotros”. Ellos contestaron: “Que el Señor te bendiga”. Después, llamando al que estaba al frente de los segadores le preguntó: “¿De quién es esta muchacha?” El criado respondió: “Es la muchacha moabita que ha venido con Noemí. Me ha pedido que la deje rebuscar y espigar entre las gavillas tras los segadores; y está ahí, en el campo, desde esta mañana sin descansar ni un solo momento”

Y Booz dijo a Rut: “Escucha, hija mía. No vayas a espigar a otro campo; no hace falta que salgas de este; únete a mis muchachas. Fíjate en qué campo van a segar y síguelas. He dado orden de que no te molesten; y si tienes sed, toma los botijos y bebe del agua que saquen los criados” Entonces, ella se postró rostro en tierra y le respondió: ¿Cómo es que he encontrado gracia a tus ojos y te has fijado en mí que soy extranjera?” Booz contestó diciendo: “Me han contado con detalle todo lo que has hecho por tu suegra Noemí tras la muerte de su marido; que dejaste a tu padre, a tu madre y a tu tierra natal y te viniste a un pueblo que no conocías. El Señor te pague por lo que has hecho, y que te colme de bienes el Señor, Dios de Israel, bajo cuyas alas buscaste refugio” Ella respondió: “¡Ojalá encuentre gracia a tus ojos, señor mío, pues me has consolado; has hablado al corazón de tu esclava, la que ni siquiera se puede comparar con ninguna de tus esclavas!”.

7-ruth-meal-with-boazAl llegar la hora de comer Booz le dijo: “Ven aquí, come de este pan, y moja tu rebanada en la salsa.” Ella se sentó al lado de los segadores; él le ofreció trigo tostado y ella comió hasta quedar satisfecha y aún le sobró comida. Después se levantó para seguir espigando. Entonces Booz ordenó a sus criados: “No la humilléis; dejadla espigar también entre las gavillas. Soltadle también algo de los manojos y dejadlo para que lo recoja sin molestarla”.

Ella estuvo espigando en el campo hasta el atardecer; luego desgranó las espigas que había recogido y obtuvo aproximadamente unos veinte kilos de cebada. Se lo cargó y regresó a la ciudad, donde se lo mostró a su suegra; también le entregó la comida que le había sobrado después de quedarse satisfecha.

Noemí, admirada, le preguntó: “¿Dónde has estado espigando hoy, dónde has trabajado?, ¡Bendito sea el que se ha fijado en ti!” Entonces ella le contó a su suegra con quién había trabajado: “El hombre con el que he trabajado se llama Booz” Noemí dijo: “¡Que el Señor, cuya piedad no abandona a los vivos ni a los muertos, lo bendiga! Ese hombre es pariente nuestro, uno de nuestros goalim”. Goalim es el plural de goel; se trataba de una costumbre familiar de aquellos tiempos; si alguien tenía serias dificultades, su goel, que era un pariente próximo, como un padrino, procuraba ayudarle a salir de aquella situación.

Rut prosiguió: “Además me ha dicho que me una a sus criados hasta que terminen de segar todo lo suyo”.

Noemí le dijo: “Únete mejor a las muchachas, te encontrarás más a gusto” Rut se unió, pues, a las muchachas de Booz para espigar hasta que se terminó la siega de la cebada y del trigo; y siguió con su suegra.

Al poco tiempo le dijo Noemí, su suegra: “Hija mía, quisiera buscarte un lugar donde encuentres reposo y te pueda ir bien. Resulta que Booz, nuestro pariente estará esta noche aventando la parva de las cebadas; así que báñate, perfúmate, ponte tu manto y baja a la era. ¡Que ningún hombre te reconozca hasta que hayan comido y bebido! Y cuando él se vaya a dormir fíjate dónde se tumba y llégate allí, descúbrele los pies y acuéstate ahí; él te dirá qué tienes que hacer.” Rut le hizo caso y bajó a la era.

Booz comió, bebió y se alegró su corazón; y cuando se tumbó junto a un montón de gavillas para dormir en el campo cuidando de su cosecha, ella se acercó sigilosamente, le descubrió los pies y se acostó. A medianoche Booz sintió frío y al revolverse vio que la mujer estaba acostada a sus pies y le dijo: “¿Quién eres?” Y ella respondió: “Soy Rut, tu esclava. Extiende el borde de tu manto sobre tu esclava y tómala por esposa, ya que tú eres su goel.” Él contestó: “Bendita seas del Señor, hija mía. Tu último acto de piedad ha sido mejor que el primero, pues no has ido detrás de los jóvenes, ya sean pobres o ricos; así que no temas, hija mía. Haré lo que pides, pues en todas las puertas de mi pueblo se sabe que eres una mujer virtuosa. Es verdad que soy tu goel, pero tienes otro goel más cercano que yo, a quien correspondería ejercer su derecho antes que a mí. De modo que duerme tranquila aquí esta noche, y cuando amanezca nos enteraremos de si él quiere hacer de goel tuyo. Si no quisiera, ¡Por Dios que yo lo seré! Ella se durmió a sus pies; y al amanecer, antes de que ninguna persona pudiera reconocer a otra, se levantó. Entonces Booz le dijo: “Ten cuidado, que nadie sepa que has venido a la era; sujeta tu mantón por un lado y yo por el otro.” Rut así lo hizo y él le echó seis medidas de cebada. Ella se lo cargó y regresó a la ciudad.

Noemí le preguntó: “¿Cómo te ha ido, hija mía?” Entonces ella le narró todo lo que le había sucedido con ese hombre y le contó: “Me ha dado estas seis medidas de cebada diciéndome que no volviera de vacío a tu lado” Noemí le replicó: “Estate tranquila, hija mía, porque ya verás cómo este hombre no se va a quedar quieto hasta arreglarlo todo hoy mismo”.

Booz se sentó a las puertas de la ciudad, y cuando vio al goel del que había hablado lo llamó: “¡Eh tú!, acércate y siéntate aquí.” También llamó a diez ancianos de la ciudad para que hicieran de testigos: “Sentaos aquí”, les dijo. Entonces dijo al goel: “Noemí, que ha vuelto de la campiña de Moab, pone a la venta una parte de la heredad que era de nuestro hermano Elimélec; yo he querido que lo sepas para que la compres ante testigos pues nadie tiene el derecho del goel sino tú, y yo después de ti”. Él respondió: “Yo lo ejerceré”.

Y Booz añadió: “En el momento en que compres el campo, deberás también recibir a Rut, la moabita, por esposa, como lo fue del difunto hijo de Noemí, para perpetuar el nombre de éste sobre su heredad.”

Desde muy antiguo los israelitas tenían por obligación casarse con la viuda de su hermano si ésta quedaba sin hijos. Se conocía como “ley del levirato”, y al primogénito del nuevo matrimonio se le consideraba como hijo del esposo difunto y llevaba su nombre.

El goel respondió: “En ese caso no podré ejercer ese derecho a mi favor no vaya a ser que se perjudique mi heredad. Cómpralo tú si quieres.” Y se quitó su sandalia y se la dio.

El gesto de quitarse una sandalia y dársela a otro tenía en aquellos tiempos en Israel el mismo valor que un documento firmado.

Booz dijo a los ancianos y a todo el pueblo que se había reunido allí: “Vosotros sois testigos hoy de que he adquirido de mano de Noemí todo lo que poseía Elimélec y sus hijos; y también de que tomo como esposa a Rut, la moabita, la mujer de uno de sus hijos, para perpetuar el nombre del difunto sobre su heredad. Todos los presentes sois testigos hoy”.

La gente que estaba a la puerta de la ciudad y los ancianos respondieron a Booz: “¡Somos testigos! ¡Que el Señor haga que la mujer que se incorpora a tu casa sea como las santas mujeres de Israel! ¡Ten poder y adquiere nombre en Belén! ¡Que la descendencia que el Señor te conceda de esta muchacha traiga gran beneficio al pueblo de Dios!”.

old-testament-stories-ruth_1233204_inlBooz, cumpliendo así la ley del levirato, tomó felizmente a Rut como esposa y ella le dio un hijo que se llamó Obed. Las mujeres se alegraban con Noemí, y con ella daban gracias a Dios por todo lo ocurrido, y por el niño, pues decían: “ha nacido de tu nuera, que te ama y que es mejor para ti que siete hijos.”

De este modo, la mujer moabita que dejó su familia y su tierra por fidelidad al Dios de su marido ejerciendo la caridad con la madre de éste, fue premiada con generosidad por Dios, que hizo de ella una de las grandes mujeres que protagonizaron la historia de nuestra salvación; pues su hijo Obed fue el abuelo del rey David y de la descendencia de David, siglos después, nació Jesucristo nuestro Salvador.

Área Temas Bíblicos | Comunicaciones IMPCH

 

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